viernes, 24 de septiembre de 2010

Reciclaje en Nicaragua


Cada día, en promedio, cada habitante de la ciudad de Managua produce 0.7 Kg. de residuos sólidos, mientras que los pobladores del resto del país, en promedio, generan 0.50 Kg. /día de residuos. Basándose en las cifras anteriores, los expertos estiman que la generación total de residuos sólidos a nivel nacional, alcanza la suma de 3,500 ton/día, lo que equivale a una producción anual de 1,2 millones de toneladas, lo suficiente para llenar casi 100 estadios olímpicos de fútbol, con capacidad de 80 mil espectadores.

Para asegurar el manejo eficiente de esta inmensa cantidad de residuos, se aprobó y está en vigencia desde hace tres años, una Política Nacional sobre Gestión Integral de Residuos Sólidos, cuya ejecución y monitoreo recae en primer lugar sobre los hombros de las autoridades del Ministerio del Ambiente y Recursos Naturales, Marena. Sin embargo, poco se conoce de este marco jurídico y, peor aún, prácticamente nada se pone en práctica, pese a que el manejo de los residuos está relacionado al desarrollo de una sociedad, a la salud de los pobladores y; a la protección del medio ambiente.

En Nicaragua, sólo cuatro de cada diez hogares elimina la basura a través de un camión recolector o depositándola en un basurero o en un contenedor autorizado, según los resultados oficiales del VIII Censo de Población y IV de Vivienda. Esto quiere decir que la mayoría de los hogares, 56.6 por ciento, la quema, la entierra, la arroja a un predio vacío o bien, la lanza a un río o quebrada.


En nuestro país, al igual que otros países del istmo y de la región, no se contemplan los costos económicos de la contaminación en sus diversas formas, por lo que no estamos conscientes del grado de deterioro ambiental que provoca el mal manejo de los residuos sólidos. Sólo por citar un efecto, se asegura que el exceso de residuos sólidos origina un agotamiento de los recursos vírgenes, lo que ha motivado la necesidad de encontrar formas efectivas para contrarrestar los efectos negativos.

En este sentido, el reciclaje se perfila como una alternativa viable para el tratamiento de los residuos sólidos, antes de utilizar otras formas como incineración, confinamiento, basureros, entre otras. Al respecto, cabe señalar que el 29.9 por ciento de los hogares nicaragüenses emplea precisamente alguna de estas formas inadecuadas de manejo sólido; mientras en el sector rural alcanza el 95% de los hogares, según los resultados del VIII Censo de Población y IV de Vivienda.


Managua, para muestra un botón

Según los datos que sustentan las bases de la Política de residuos sólidos, la recolección se realiza en 75 de los 153 municipios. La cobertura es parcial, debido a que algunas zonas son de difícil acceso, lo que implica que hay varias áreas en el país que carecen de este servicio.

En el caso de Managua, la mayor urbe nicaragüense, hay deficiencia en el sistema de recolección de residuos sólidos, porque solo hay 35 camiones y para abarcar a toda la capital se necesitan al menos 70 vehículos, afirmó el Ing. Modesto Rojas, Director General de Medio Ambiente y Urbanismo de la Alcaldía de Managua.

La recolección de la basura, siguió explicando el funcionario municipal, abarca entre 12% ó 13% del presupuesto de la alcaldía. Esta gran deficiencia que presenta la Alcaldía de Managua, y que es incluso más grave en otras municipalidades con menos recursos, confirma que la aplicación del MIRES se enfrenta a varios obstáculos, para realizar correctamente el proceso de recolección, uno de los primeros pasos del proceso.

De los residuos recolectados en el país, un 94% es vertido en depósitos o botaderos a cielo abierto o son quemados para reducir su volumen. Por otra parte, los residuos hospitalarios e industriales, que en la mayoría de los casos son tóxicos o peligrosos, no cuentan con tratamiento especial y el personal que los maneja no está provisto de equipamiento de prevención.

Según datos del Censo Nacional, sólo 40.1% del total de hogares nicaragüenses elimina la basura apoyándose en un camión recolector o depositando en basureros autorizados. Sin embargo, el 56.6% la quema, la entierra, la tira a un predio vacío o la arroja a un cuerpo de agua.

Esto significa que más de la mitad de los hogares no manejan adecuadamente los residuos sólidos, debido a múltiples factores, entre ellos, la falta de recursos y equipos recolectores por parte de las alcaldías municipales y la falta de conciencia de gran parte de la población, que utiliza métodos inadecuados para el manejo de los residuos sólidos.


Una oportunidad sin aprovechar

El exceso de residuos que se originan todos los días, ha originado la posibilidad de emprender actividades de procesamiento de residuos desde la recolección y acopio de la basura, hasta su tratamiento e incorporación en los procesos productivos como materia prima.

En Nicaragua, hay un universo extenso de posibilidades para aquellos emprendedores. Sin embargo, hace falta un cambio radical en la mentalidad de toda la población para poder visualizar la oportunidad que se presenta. Esto implica un cambio en la connotación, ya que “desechos” se le atribuye a aquel material que no tiene valor, mientras que “residuo” es todo aquel sobrante de una actividad que es valorizado y puede ser utilizado en otras actividades.

Para el especialista Mauricio Lacayo, en Nicaragua no ha funcionado el reciclaje por la falta de intervención del sector privado y de respaldo por parte del Estado nicaragüense.

Actualmente, sólo un pequeño grupo de microempresarios se dedica a las actividades de recolección y acopio, pero se necesitan de mejores estrategias de mercado y gestiones empresariales. Lacayo señala que el reciclaje ha quedado en manos de la indigencia, impidiendo que se aprovechen los residuos de una manera más adecuada. El problema de fondo no es que los indigentes realicen esta actividad, sino las condiciones en la que lo hacen y las bajas retribuciones que reciben.

Reciclaje: ¿panacea o alternativa?
El reciclaje como parte de la estructura del manejo integral de residuos sólidos permite que los residuos sean valorizables, es decir, que tengan valor económico. Diversos estudios han comprobado que el reciclaje brinda un sinnúmero de ventajas sociales, económicas y ambientales. Entre éstas sobresale el ahorro de energía, la menor descompresión de los recursos vírgenes, el incremento de los productos tangibles y; la generación de empleos, entre otros.

En lo que respecta al ahorro energético, en el caso del reciclaje de aluminio, se ha comprobado que este proceso reduce en un 95% el consumo de energía respecto a la elaboración a partir de materiales vírgenes, en los plásticos el 70%, para el acero 60%, para papel y vidrio 40% y 30%, respectivamente. Sin embargo en algunos casos el reciclaje conlleva a costos elevados en términos de recolección, transporte y tratamiento.

Sobre esta disyuntiva, el especialista Lacayo plantea que el reciclaje debe ser considerado como parte integral del manejo de los residuos sólidos, no como un fin en sí mismo, y promoverse cuando ofrece beneficios ambientales y económicos. Para ello ejemplifica que en Corn Island se tiene un experimento para recuperar vidrio, metal y aceite usado, pero es costoso transportarlo a Managua para que se le dé tratamiento, por lo que se deben de recurrir a otras medidas.

Los beneficios obtenidos del reciclaje son mayores cuando los residuos están limpios, ya que esto aumenta su valor de mercado, y cuando están disponibles en grandes cantidades. Dentro de este aspecto la separación en la fuente constituye un elemento fundamental para lograr la maximización del beneficio del programa de reciclaje. En Nicaragua no se cuenta con una Ley Especial de Residuos Sólidos, que obligue y regule la clasificación de los materiales desde el ámbito doméstico hasta las instituciones estatales y privadas.

Lacayo considera que un factor importante para que el reciclaje funcione en Nicaragua es la creación de centros regionales en ciudades como León, Chinandega y Matagalpa, que funcionen como centros acopiadores y así que los sistemas se beneficien de las economías de escala. Esto necesita de la colaboración de las municipalidades, del gobierno central y de la sociedad en general.

Por tanto, para el tratamiento de los residuos hay que analizar el tipo de residuos, el volumen y las características de la localidad. De esta manera si en una determinada comunidad se producen principalmente residuos orgánicos biodegradables que no cuente con recursos tecnológicos y financieros, las alternativas a considerar serían el compostaje.

Por otro lado, si es un área urbana con una densidad elevada de población y con cierto grado de nivel industrial, la generación de los residuos sólidos será significativa y estará compuesta en gran parte por material inorgánico que podría ser reciclado, procesado física o químicamente o que se dirija a rellenos sanitarios.

La decisión respecto a la combinación de formas de manejo de los residuos a implantar en una municipalidad, está en dependencia de un diagnóstico sobre los volúmenes y tipos de residuos que se generen y en la disposición de recursos humanos, técnicos, materiales y financieros.

Ciertamente el reciclaje no es la solución absoluta, pero es la opción más viable en el largo plazo; sin embargo, se necesita que la población se apropie del concepto reducir – reusar - reciclar y que las empresas conciban que esto no es solo sostenible para el medio ambiente, sino que puede ser económicamente sostenible.


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